lunes, 27 de abril de 2009

“La historia esta”

Alguna vez sentiste en un espacio
de tu imaginación
que el grito de los perdedores
es sordo y mudo
aunque griten juntos
(La historia esta – Gieco)


El primero de Mayo se celebra a nivel mundial el día del trabajador. En este día se conmemora la reivindicación de los trabajadores que, en 1886, se unen en Chicago pidiendo mayor justicia en sus relaciones laborales. Su lucha no parecía desproporcionada ni irracional: “ocho horas para trabajar, ocho horas para la familia y ocho horas para descansar”. Si bien hoy nos parece algo relativamente normal, en esos tiempos era una voz de alerta a las condiciones de trabajo, donde las jornadas excedían en ciertos casos las 18 horas diarias.
Del mismo modo, en 1907, un grupo de trabajadores se reúne en una pequeña escuela de Iquique, solicitando condiciones más justas en materia de remuneraciones, específicamente la abolición del pago en fichas, exigiendo 18 peniques por jornada.

Los resultados en ambos casos son ya conocidos, muchos trabajadores dieron su vida para que las generaciones venideras pudiesen gozar de mejores condiciones en materia laboral. A pesar de que se ha progresado bastante, aún persisten injusticias que es importante hacer notar.

A modo de ejemplo, a las trabajadoras de casa particular se les puede pagar bajo el ingreso mínimo remuneracional (aunque en el 2011, se les deberá pagar el 100%), no gozan de indemnización por años de servicio sino de una mucho más baja (4,11% de su remuneración mensual) y tienen una jornada de 12 horas diarias.

Analizando las cifras de aquellos que se encuentran más desprotegidos, podemos citar que en Chile sólo el 42 % de la fuerza de trabajo del primer quintil tiene un empleo permanente; el 37% de los asalariados del mismo quintil no tiene contrato en su actual empleo y el 63 % de los desocupados se encuentra dentro del 40% más pobre (CASEN 2006).
Las proyecciones demográficas a nivel mundial, sugieren que se precisarán cerca de 90 millones de puestos de trabajo durante 2009 y 2010 para absorber a las personas que ingresen en el mercado de trabajo, lo cual se hace más difícil de conseguir en un contexto de crisis financiera.

En América Latina, el 58.6% de los ocupados se encuentra en situación precaria, es decir, está en el sector informal del trabajo, con todas las consecuencias en materia provisional que ello conlleva. Los impactos sociales de la crisis en países en vía de desarrollo son exacerbados por el hecho de que la mayoría de trabajadores y pequeños negocios no tiene la seguridad social básica. Hoy, en Latinoamérica, 4 de cada 10 ocupados urbanos no tiene protección de salud y/o pensiones.
Estas cifras se materializan en la proyección que hizo la OIT, señalando que entre el 40 y el 50 por ciento de hombres y mujeres a escala mundial no será capaz de ganar sobre los dos dólares diarios. (OIT - THE FINANCIAL AND ECONOMIC CRISIS)

Una crisis económica se vuelca rápidamente a una crisis social, las condiciones de trabajo empeoran, la cesantía aumenta y los despidos en razón de necesidades de la empresa crecen a pasos agigantados.

En definitiva, si logramos reflexionar en base a estos datos, nos damos cuenta de que existen ciertos grupos mayormente vulnerados, una crisis económica como la que actualmente estamos viviendo afecta principalmente a mujeres, inmigrantes y jóvenes.

Y ¿qué pasa entonces con la voz de protesta ante las irregularidades? Lamentablemente, los trabajadores no se están agrupando para conseguir objetivos. Hoy el 41,2% de las empresas subcontrata o externaliza. Este fenómeno, que en muchas ocasiones persigue mayor eficiencia y aumento de la productividad, impide que los trabajadores se asocien, lo que aumenta la desprotección. El porcentaje de los trabajadores asalariados involucrados en negociaciones colectivas alcanza sólo al 9,6 % y este tipo de negociaciones tiene lugar en las grandes empresas, que sólo representan el 4,7% de éstas en el país. En 2007 sólo un 14,8 % de los trabajadores se encontraba afiliado a un sindicato (ENCLA 2006).

Estos datos no sirven de nada si no se dan a conocer, si se quedan en el papel, si no se hacen públicos, y es nuestro deber denunciarlos. Debemos unirnos para evidenciar, debemos buscar una sociedad más justa, no quedar pasivos frente a las injusticias y promover condiciones más dignas de trabajo.

La muerte de muchos a principios del siglo XX conmocionó a una sociedad hasta ese entonces impávida, hoy los nuevos abusos son silenciosos y pasan desapercibidos. Nuestra tarea es reconocer la dignidad de las personas en estas nuevas formas de trabajo. La informalidad en la cual trabajan la mayoría de los pobladores de campamento aumenta su vulnerabilidad.

Las formas de organización de los trabajadores parecen estar sumergidas en la nostalgia y la añoranza de tiempos pasados, sus mecanismos de convocatoria están agotados y sus peticiones parecen difusas.
“Déjate atravesar por la realidad/ y que ella grite en tu cabeza/ porque es muy malo dejar pasar/ por un costado a la historia esta”. Debemos cambiar las condiciones de las trabajadoras de casa particular, de los jóvenes que quedan fuera del mercado laboral, del primer quintil que no tienen protección social por encontrarse en el sector informal de la economía. Ya lo dijo alguna vez en una entrevista don Clotario Blest “Tarde o temprano llegará la unidad. Y seremos un gran movimiento juvenil. Que la juventud salga a hacer frente a los problemas y se ponga a la cabeza de todos los trabajadores chilenos. Y le advierto que la clase trabajadora resucitará. La juventud de los sindicatos y estudiantil no está podrida”.
Sebastián Smart

1 comentario:

Jorge Pacheco dijo...

Super interesante el artículo, lo voy a difundir.

Saludos!