lunes, 4 de mayo de 2009

En política no sirven las medias tintas


Desde que Sebastián Bowen se instaló en la coordinación general de la campaña de Frei, no se han detenido los comentarios de diarios, radios, matinales, blogs, mails, opinólogos, papás, los del Techo en otro país, federaciones de estudiantes, el amigo de la amiga, la presidenta del comité, el voluntario que acaba de inscribirse… todos tienen algo que decir sobre el remezón que ha significado en Chile su incorporación, y luego de Francisco Irarrázaval, a los comandos de los dos candidatos con mayores posibilidades de ser el próximo presidente de nuestro país. Irremediablemente no sólo se juzga la opción personal que tomó cada uno de los ex directores de Un Techo para Chile, sino que también se juzga a nuestra institución.


Y es que el símbolo no es menor. Seba y Pancho son hoy el rostro de “los jóvenes” que tan esquivos hemos sido -o tan difícil la hemos tenido- a la hora de ingresar a la actividad política contingente. Además son representantes del mundo del voluntariado, la forma de participación juvenil más reconocida y valorada por el resto de la sociedad (a diferencia, por ejemplo, de las juventudes de los partidos políticos). Y finalmente, ambos actuaron con una valentía difícil de imitar, propia sólo de quien está dispuesto a arriesgar en la vida.


Así las cosas, hay preguntas que no pueden ser más contingentes y relevantes: ¿Cuál es la vinculación entre una organización como la nuestra y la política? ¿Qué se puede esperar/exigir de quienes pasaron por el Techo y hoy trabajan en el servicio público, son candidatos, asesores, miembros de una campaña?


La primera no deja espacio a dudas. El desarrollo de nuestros países desde los campamentos, el fin de la pobreza en su forma más extrema o evidente, la inclusión de quienes no han tenido oportunidades, el contacto íntimo y profundo entre los “dos Chiles” que hemos conocido, no se pueden entender como algo aislado que comienza y termina con una intervención desarrollada por voluntarios ni con un trabajo mancomunado entre gobierno y ONG. La política es la forma de tomar acuerdos y de ejecutar decisiones colectivas que afectan a la totalidad de la población, y que tienen un especial impacto en los sectores más desposeídos que ven vulnerados sus derechos en la medida que no existan instituciones u organizaciones (idealmente donde ellos sean los protagonistas) que los resguarden. En tanto que la acción política, entendida como el servicio al bien común, pasa a convertirse en un imperativo para quien ha puesto su vida frente a la realidad de los campamentos, dejándose interpelar sinceramente por las familias con las que compartimos y trabajamos. Evidentemente no todos seguiremos una participación activa en la política, el mejor ejemplo han sido las generaciones que ya han salido del Techo y que han formado excelentes empresas, hermosas familias, o que simplemente entregan lo mejor de ellos desde la posición que les toca en la actividad que desempeñan. Pero sí que todos deberíamos entender y valorar el ejercicio de la política como un eje fundamental en el desarrollo de nuestros países, a tal punto que queremos que los mejores estén ahí. Elegir a nuestros políticos, exigirles, participar y cuidar de nuestros espacios de representación, se transforman en mínimos esperables de todos quienes nos hemos entregado por el ideal de un país y de un continente más justo y sin pobreza.


Aprovechando la segunda, me atrevo a plantearle un par de ideas/exigencias a Seba, a Pancho y a todos los que después de su paso por el Techo han tomado la opción de involucrarse en política. En primer lugar, ni ellos ni nosotros podemos ser ingenuos y pensar que con sus nombramientos ya cambió la forma de hacer política en nuestro país, porque una cosa es la intención y otra muy distinta el resultado. Desde esa perspectiva, incluso si estuviésemos frente a un montaje mediático de parte de ambos candidatos, bien hemos aprendido en el Techo que trabajando duro, juntos y astutamente, es posible lograr lo que muchos dijeron que era imposible. Deben ser extremadamente inteligentes para que este ingreso a un ambiente distinto al que han conocido hasta ahora sea tan profundo como la experiencia que tuvieron en el Techo. Quien no lo quiera así y los trate de utilizar debe creer que va por lana y salir trasquilado, igual que ese voluntario que la primera vez que fue a trabajos lo único que buscaba era conocer gente y tener unas vacaciones distintas, y que en cambio se encontró con una experiencia tan radical en su vida que jamás volvió a ser como antes.


Por último, deben tener siempre claro que el ingreso a la política de un grupo de jóvenes que fueron parte del Techo va mucho más allá que la apertura de puertas a una nueva generación, o a una institución particular. El verdadero valor y sentido de lo que están haciendo sólo se hará carne en la medida que logren insertar en las lógicas de la acción política un interés genuino y permanente por los campamentos, no con estadísticas ni informes, sino que revelando sus propias experiencias, las anécdotas que difícilmente van a olvidar, el cariño de las familias que los recibieron en sus hogares, los martillazos que se dieron al clavar el piso (con los que de paso instalaron esa triste fama de que los directores sociales no saben construir); las noches de desvelo cambiando el mundo, diseñando campañas, organizando actividades; los momentos complicados en que no sabían si esto en lo que estaban metidos era compatible con las pololas y sus propias familias; en fin, nada de esto valdrá la pena si no son capaces de mostrar el brillo en los ojos que se vio cada vez que dirigieron una reunión ampliada o que se sorprendieron de la increíble oportunidad que nos da la experiencia de los campamentos, la oportunidad de amar junto a otros nuestro país.


Mientras ustedes lo hacen bien en sus nuevos proyectos pueden estar tranquilos, porque el Techo para Educación y Trabajo, el ingreso de Un techo para mi país a Bolivia, las 10 mil familias de campamento que trabajan por su nuevo barrio, y los miles de proyectos que ocuparon su cabeza durante tanto tiempo están en excelentes manos. Tal como se ratificó en nuestro Encuentro Latinoamericano del año pasado, en el Techo queda estrictamente PROHIBIDO DETENERSE.

Claudio Castro

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