lunes, 22 de diciembre de 2008

Si Lautaro estuviese vivo

“Si Lautaro estuviese vivo, sería preso político mapuche”. No puedo negar lo irrisoria que me pareció esta afirmación al leerla en alguna muralla de la ciudad. ¿Podría, aquel caudillo de la sublevación indígena, aquel joven libertador que tan orgullosamente nombra la historia de nuestro país, estar preso en la actualidad?

Lo triste es remontarnos a aquella época, y de acuerdo a lo que ha acontecido en los últimos años, darnos cuenta del rol que jugamos como “chilenos” en esta constante guerra. ¿Realmente somos lo que alguna vez fueron los invasores españoles? Quizás peor que eso; renegamos de nuestras propias raíces, de nuestro pasado, damos la espalda a quienes hace más de quinientos años defendieron nuestro territorio, primero y con mayor éxito ante los Incas, y luego contra españoles ansiosos de poder y riqueza. Vemos influenciado nuestro actuar y pensar ante lo que erróneamente nos transmite los medios de comunicación, la tecnología, incluso la moda y las culturas desarrolladas. Vivimos, lo que muchos llaman el “estigma” de habitar un continente de fuertes raíces indígenas, ¿Por qué no estar orgullosos y sacar provecho de ello, por qué avergonzarnos de nuestra identidad y costumbres?

Es sumamente triste ver como el pueblo mapuche se distancia cada vez más del “pueblo chileno-huinca”, como repudian nuestras prácticas, nuestro actuar e idiosincrasia, cómo se convierten en lo que tan amablemente han apodado “minoría étnica”.

Dejando a un lado las políticas represivas que desde hace muchos años ha venido implementando el Estado contra el pueblo mapuche, cabe preguntarnos y reflexionar ¿cuál es el rol que jugamos nosotros en esto? Parece que no estamos interesados, y mucho menos comprometidos, con lo que vemos a diario en la prensa o en televisión. No nos importa ver como nuestros orígenes son fuertemente reprimidos, violentados, y peor aún calificados de terroristas. Vivimos encerrados en nuestra burbuja y atrapados en nuestra rutina, apartando todo problema que no nos incumba, pero ¿qué hay de cierto en esto? ¿Acaso nuestra historia, nuestras tradiciones y cultura no nos incumben?

Nuestras raíces son el punto inicial para entender la evolución y desarrollo de nuestra sociedad, reconocer quiénes somos, cómo somos, y de qué forma hemos ido forjando nuestra identidad a través del tiempo. Aún no es tarde para darnos cuenta de esto.


Camila Ferrada Navia

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