martes, 21 de octubre de 2008

Afiches sin respaldo

El domingo en la mañana andando en bicicleta por mi comuna hice un ejercicio: busqué cuantos de los candidatos a concejal y alcalde tenían el logo de su partido. Sólo 1 de 16 prefirió revelarme de qué partido era. Al mismo tiempo, 2 candidatos restantes, que eran independientes, exhibían como un premio valiosísimo a la ciudadanía su condición de tales.

¿Qué motivación pueden tener los candidatos para no reconocerse como parte de grupos sociales y sí como interlocutores individuales? ¿En qué momento la independencia y autonomía política se convirtieron en valores sociales en sí mismos?

Este cuestionamiento no sería completo si no nos hiciéramos otra pregunta, ahora a nosotros mismos: ¿Qué nos dice un cartel cuando sí tiene instalado el logo partidario? ¿Automáticamente adquiere un discurso diferente del resto con una propuesta clara? Mi impresión es que ahora nos imaginaríamos a esta misma cara con un lote de gente que creemos piensa más o menos parecido a él.

Resumiendo, intuyo que todas estas preguntas tienen una respuesta instalada en la conciencia colectiva, y parecida tanto para los candidatos como para los votantes, los primeros induciendo a lo segundos: ser de uno u otro partido no significa mucho, y prácticamente nada de lo cual enorgullecerse..

Participar en un partido político, en el plano teórico social, implica -por cierto- derechos (ser parte de un cuerpo social, organizar una comunidad, armar un cuerpo para generar proyectos y poder) y deberes (calzar la voz con la de un partido, aceptar las ideas de otros y tomarlas como suyas y reconocer en otro la voz de un compañero, camarada o correligionario). Hoy, sin embargo, los partidos han reducido su esfera de influencia y aparecen como meros instrumentos de poder que es mejor esconder. Lo que está pasando hoy en las distintas calles de nuestras comunas no es sino sinónimo de partidos que se han convertido en una especie de cargas que buscan interpelar a la ciudadanía a través de caras y de ideologías empolvadas con argumentaciones que ya no vale la pena mostrar. El pueblo se resiste a creerle a los candidatos por esta vía.

La filosofía política de estos últimos años reconoce la muerte de la ideología como lenguaje político, consecuencia de la desaparición de la bipolaridad como forma de entender el mundo. Hoy, en cambio, la discusión en los parlamentos, alcaldías y comunidades en la democracia occidental tiene por objeto resolver cuáles son los derechos que entenderemos como fundamentales y cómo estamos dispuestos a hacerlos parte de nuestra sociedad. Se invirtió una lógica de puntos de llegada (qué queremos idealmente) por una de puntos de partida (qué exigimos como mínimos fundamentales).

En otras palabras, lo que hoy debemos concebir como voto informado es cómo los partidos y sus ejecutores pretenden llevar a cabo los diferentes ámbitos de los derechos fundamentales: desde cuántas ciclovías exigen a los proyectos inmobiliarios con alto impacto en la comunidad hasta si estarían dispuestos a justificar el aborto en algún caso, siempre pensando que nuestras exigencias tienen bases que como sociedad hemos entendido básicas.

Sin embargo, hay un cambio del que nosotros, ciudadanos atentos al caminar de nuestra sociedad, no nos hemos hecho cargo. El lenguaje que debemos exigir a nuestros candidatos no es del mejor programa ni tampoco de la ideología estricta que establece metas inalcanzables para cualquier sociedad democrática. Nuestras miradas deben apuntar a qué derechos entendemos como fundamentales, quiénes están dispuestos a garantizarlos y de qué manera. Sólo así haremos que el logo detrás de un cartel signifique algo. Incluso para un concejal.
Vicente Burgos
21 de octubre de 2008

1 comentario:

Unknown dijo...

La respuesta es mas simple de lo que piensas, los candidatos no colocan el partido político al que pertenecen porque de esa forma su partido no tiene que pagar las multas establecidas en la ley y que sanciona a aquellos que por ejemplo cuelgan sus palomeras de los semáforos o que rayan una casa sin autorización. Como la ley establece que se sancionará al partido político y no al candidato, al no poner a que partido pertenecen se aprovechan del vacío legal.
Saludos