lunes, 2 de junio de 2008

Extrema pobreza y crisis habitacional VIOLENCIA URBANA EN SUDÁFRICA

Hace más de diez días que la población de Sudáfrica asiste, estupefacta eimpotente, a la extrema violencia desplegada contra los residentesextranjeros de las villas miseria. Una situación que puede volverseincontrolable, producto de una mezcla incendiaria de extrema pobreza,crisis de vivienda e intereses inmobiliarios (1).




Todo comenzó el 11 de mayo en Alexandra, villa miseria emblemática ubicadaen la periferia de Johannesburgo, al lado del ultramoderno distrito denegocios de Sandton. Las agresiones se replicaron rápidamente en otrosbarrios, produciendo 42 muertos y una gran cantidad de heridos, lo quesembró el pánico. Más de 16.000 personas abandonaron sus shack (chozas),buscando refugio en las iglesias, las estaciones de policía, las escuelas,etc. La policía, asistida por el ejército, detuvo a 400 personas. Losagresores se encarnizaron con los extranjeros indocumentados que viven enesos barrios, a los que llegaron, principalmente de Zimbabwe, huyendo dede la crisis económica y de la represión política. Los acusan de robarlesempleos y viviendas.Con una actitud ya clásica de negación, el gobierno de Thabo Mbeki seapuró en señalar una siniestra "tercera fuerza" (2), recordando que en1994 elementos a favor del apartheid echaron nafta al fuego existenteentre el African Nacional Congress (Congreso Nacional Africano – CNA) y elInkhata Freedom Party, para provocar episodios de violencia que fueronpresentados como inter-étnicos. El CNA, por su parte, ahora dirigido porJacob Zuma, atribuyó la responsabilidad del caos a los "fracasos delgobierno".Este gobierno, ya en final de período, experimenta dificultadesenergéticas (por los cortes de electricidad que afectaron al país desdecomienzos de 2008), alimenticias (por los aumentos de precios) y dedelincuencia. Ahora, parece también incapaz de controlar la crisishabitacional del país. Con la extensión progresiva de la "Slums Act", unaley dirigida a erradicar las villas miseria, creyó que bastaba condecretar la eliminación de los asentamientos y emprender expulsiones manumilitari para que los pobres volvieran a su lugar de origen.Fútbol y apetencias inmobiliariasLa enseñanza que puede extraerse de esta última semana es que la violenciacotidiana en las villas miseria, donde la gran pobreza compite con eldesprecio por las autoridades, puede conducir a un desorden incontrolable.Ya cerca del Mundial de Fútbol que se llevará a cabo en 2010, el valorinmobiliario de un barrio como Alexandra suscita inevitablemente grandesapetencias.A principios de año, quien escribe tuvo un encuentro en Alexandra, en lazona de Marlboro South, con los habitantes de una fábrica que fuedesafectada después de los motines anti-apartheid de 1986, y desdeentonces se encuentra ocupada. Estos ocupantes esperaban recibir encualquier momento una orden de desalojo, porque los antiguos propietarioshabían obtenido en los tribunales la restitución de su propiedad. Dentrode la fábrica vivían doscientas familias, instaladas en cabañas de maderay cartón apiladas como un castillo de naipes en dos pisos ("Somos como lospájaros, ¡hacemos nuestro nido en las alturas!").Una cama podía servir para cuatro personas,que dormían en ella por turnos.A falta de electricidad, se calentaban con parafina, con el riesgo deprovocar un incendio. Los residentes, sudafricanos llegados recientementede los homelands (áreas de reserva), zimbabuenses o mozambiqueñosindocumentados, convivían en armonía, sentándose juntos por las tardes enla tapia del patio exterior para conversar. Trabajaban como agentes deseguridad u obreros de la construcción, por salarios miserables; con 35rands por día (unos dos euros), no les alcanzaba ni siquiera para eltransporte, de manera que debían ir a trabajar a pie. "Venimos dediferentes lugares, y cada uno tiene su propios hábitos. Por eso no noshemos puesto de acuerdo para comer todos juntos", explicaba con penaWhite, uno de sus habitantes, sudafricano. Cadauno por su lado pero, más bien compañeros del mismo barco que partidariosde una guerra civil.Numerosas organizaciones decidieron coordinarse para garantizar laseguridad de todos los residentes e impedir nuevos delitos, mostrando asíel poco crédito de que goza una policía más temida que respetada. Másadelante, cuando las cosas se hayan calmado, será necesario comprometer ala población a un verdadero plan de rehabilitación de esos barrios.

(1) Este artículo fue escrito el 22-5-08.

(2) Peter Fabricius, "Third force venid attacks", Cape Times, Ciudad delCabo, 21-05-08.




Philippe RivièreDe Le Monde diplomatique, París.

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