martes, 10 de junio de 2008

Aprender la lección

En un seminario sobre América Latina se tocó el tema del terrorismo de Estado[1], el cual surge comúnmente como una solución temporal a problemas de desorden y desorganización social, pero que a la larga se instala como un sistema de poder contra grupos determinados de la población. Ejemplos históricos de terrorismos de Estado son el nazismo alemán y las numerosas dictaduras latinoamericanas que se han desarrollado desde la década de los sesenta.

Ambos ejemplos quedaron en la retina mundial como prácticas que nunca más ocurrirían, se pensó que la humanidad había aprendido la lección, se pensó que el terrorismo de Estado era cosa del pasado y que torturas, prisiones y asesinatos avalados por este sistema nunca más iban a ocurrir.

Pero hoy vemos como el gobierno estadounidense ha vuelto a instaurar un terrorismo de Estado, luego de los atentados del 2001. Vemos como hoy se vuelven a legitimar aquellas prácticas que se prometió nunca más iban a desarrollarse y así, miles de inocentes ven vulneradas sus vidas por tener ciertos rasgos físicos, creencias y actitudes que no calzan con el perfil estadounidense.

Viendo las implicancias mundiales que puede tener esta vuelta al terrorismo de Estado, me imagino que no debe ser difícil olvidar otras promesas que se han hecho, referidas a no volver a permitir hechos que, si bien pueden no tener las mismas implicancias que una tortura o un encarcelamiento ideológico, repercuten en las personas no sólo de manera sutil, sino que afectan directamente sus vidas.

Si aún no se ha aprendido la lección con un tema tan sensible como el terrorismo de Estado, qué puede esperarse de todas esas promesas que se le han hecho a millones de personas que viven en contextos de pobreza y que ven, en periodos determinados, como los políticos juran y prometen que ya no pasarán frío en el invierno, que ya no tendrán problemas de salud por el estado de sus casas, que ya no tendrán que irse a un albergue porque llovió más de un día y su casa no resiste, que ya no sufrirán por ver sus bienes destruidos.

Cada año se vuelve a lo mismo, a pesar de que los políticos, en cada campaña, en cada visita a terreno, prometen soluciones, prometen que nunca más va a pasar.

Si todavía no hemos aprendido la lección, qué nos queda para cada invierno. Que se puede esperar del aprendizaje que se logra cada año cuando llegan las lluvias. Todos los años comienzan las lluvias y comienza el desastre. Si bien la naturaleza no se puede controlar, sí se pueden tomar precauciones. Precauciones que se prometen en cada campaña política.

Hay que aprender a corregir los errores, el invierno no puede seguir surgiendo como un fantasma que nos recuerda que todavía quedan promesas incumplidas, que todavía no se ha aprendido la lección ni de los errores.

No nos quedemos en los terrorismos de Estado, no nos quedemos en las promesas incumplidas. Intentemos cambiar lo que llevamos hasta ahora para que en el próximo invierno no se tengan que adoptar las mismas medidas que se adoptaron el invierno pasado. Intentemos lograr un cambio, real y perceptible, que no se avale en promesas sino que en acciones. Intentemos de una vez por todas aprender la lección.


[1] El concepto de terrorismo de Estado se refiere a acciones terroristas cometidas por agentes estatales que vulneran el derecho a la protección y seguridad exigido al Estado, que pretende fragmentar a la sociedad debilitando a la oposición (Helena Olea, Seminario Conflicto, Violencia y Estado en América Latina, Mayo 2008).


Javiera Pizarro G.
Lunes 09 de Junio 2008

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