lunes, 4 de junio de 2007

Desempleo y exclusión, el mal ejemplo alemán

En la historia de Alemania muchos de sus filósofos, entre ellos Hegel, Kant y Herder, definieron el trabajo como condición esencial para el bienestar y el desarrollo personal de cada individuo. Pues, en una sociedad que se percibe como trabajadora y que da mucha importancia a la disciplina y la aplicación, el desempleo es percibido a menudo como una muestra de falta de voluntad y esfuerzo.
Pero con una tasa de desempleo de 9.5%, que llega en el Este de Alemania a 16% y en algunas regiones hasta el 25%, tenemos que enfrentar el hecho de que el desempleo ya se convirtió en una constante en la vida de mucha gente. Tenemos que enfrentarlo y evitar que el desempleo sigua siendo un factor de exclusión y una fuente de discriminación directa como también indirecta.
Aunque Alemania tiene un sistema desarrollado de asistencia social, las reformas sociales del último tiempo tenían como objetivo la fuerte disminución del apoyo estatal. Eso tiene como consecuencia que el desempleo signifique ahora también en Alemania una fuerte amenaza económica. Es a causa de esta tendencia que el desempleo se convirtió en un factor que contribuye fuertemente al hecho de que en un país que cuenta con uno de los Estados más ricos del mundo, una nueva pobreza está surgiendo. Esta pobreza[1] se refleja en las cifras del gobierno que clasifica a un 13.5% de la población como pobre. Otro indicador ejemplar son las estadísticas de la UNESCO que destacan que 10% de los niños menores de 15 años viven en condiciones de pobreza y que la pobreza entre los niños crece en Alemania especialmente fuerte.
A pesar de que el desempleo tiene fuertes consecuencia para la realidad económica, las consecuencias para la realidad socio-cultural no son menores. En una sociedad capitalista donde el éxito personal como el reconocimiento social depende fuertemente del trabajo, el desempleo permanente, como lo experimenta mucha gente, lleva fácilmente a la exclusión y resignación de los afectados. El trabajo es a pesar de su relevancia económica un factor de estabilización que da continuidad a la vida y al entorno social. Además, por la falta de recursos las familias afectadas se ven excluidas de la cultura y las actividades normales, lo que tiene por otra parte efectos negativos sobre el desarrollo y la estimulación de los niños.
La importancia que se da al trabajo y la percepción de que el desempleo es por culpa propia muestra bien el hecho de que la denominación “Hartz IV” que tiene la asistencia social después de la última reforma se convirtió en un insulto. Usado como insulto se refiere al flojo y tonto que pasa el día con la botella de cerveza en la mano. La extensión del significativo de esta denominación refleja la percepción de que la gente desempleada está solamente en esta situación por culpa propia y falta de esfuerzo y voluntad. Eso ignora el hecho de que el desempleo en Alemania tiene un carácter fuertemente estructural. Es muy difícil encontrar trabajo cuando uno se queda por más de dos años cesante, tiene más que 40 o 50 años, tiene pocas calificaciones o es inmigrante. Cuando uno cumple con estas características se ve clasificado por los agencias de trabajo como “difícil para mediar” o simplemente “caso perdido”.
La falta de esperanza de encontrar trabajo de nuevo, o a veces por primera vez, lleva al sentimiento de no ser más parte de la sociedad, de no tener valor, de existir y nada más. Esta decepción lleva consigo problemas como la desintegración de familias, el alcoholismo y la violencia. Los niños se adaptan muchas veces a la perspectiva sin esperanza de sus padres, convencidos de que no van a encontrar trabajo, no terminan el colegio y viven también de ayuda social, siendo solamente interrumpidos por trabajos obligatorios.
Este círculo, que lleva consigo un empobrecimiento tanto económico como social, llevó al triste desarrollo de lo que se habla ahora en Alemania de una nueva clase baja, del “Prekariat” (precariedad), aunque los alemanes pensábamos que eso ya lo habíamos superado para siempre y que vivíamos en una sociedad igualitaria.

Por Jennifer Richter
Lunes 4 de junio de 2007

1 comentario:

Angelita dijo...

Esperemos que la realidad en este país no se convierta en aquello.
Aunque cuesta y la mayoría de las veces tenemos que luchar con una desesperanza aprendida muy arraigada a la negativa y la discriminación, se puede combatir... soy fiel creyente de aquello.
Saludos CIS, una ex voluntaria de Iquique