viernes, 20 de abril de 2007

¿Qué entendemos por Habilitación Social?

Ya nos resulta habitual señalar que nuestro sello distintivo como institución lo resume este concepto. Hemos llegado a él muy de la mano de las opciones institucionales que desde hace 10 años hemos ido tomando. Posiblemente el eje integrador de todo nuestro trabajo sea la lucha contra la pobreza, la exclusión y la marginación. Históricamente, la mediagua nos ha marcado un rumbo hacia el problema de la falta de vivienda. Ella nos condujo a uno de los indicadores más visibles de la exclusión vigente en nuestra sociedad actual[1]: los campamentos.
Los campamentos que existen a lo largo de todo el país constituyen una verdadera red de la informalidad. Por informal propongo entender todo aquello que, si bien tiene una forma específica o fáctica, se conjetura de una manera no reconocida ni oficial. Así, el principal rasgo visible o distintivo de un campamento es la tenencia o posesión irregular de un terreno. Todo ello se refuerza también a través de un sinnúmero de categorías con su referencia informal: pozo negro; colgarse de la luz, agua, TV cable, Internet; trabajo informal, etc..
¿Por qué, entonces, buscamos promover o gatillar procesos de Habilitación Social?
Lo propio o distintivo de los campamentos sería esta especia de vida al margen o fuera de lo establecido. Vemos que algo fuerza a que algunos individuos queden fuera no de un ámbito de la sociedad, sino de muchos, por no decir -para el caso de los pobladores de campamentos- de casi todos[2]. Muchas veces nuestra reacción frente a ello ha sido de denuncia. Cierta intuición nos dice que ese debe ser el primer paso hacia la integración. Todo nuestro ímpetu de integración y denuncia lo condensamos con nuestro trabajo. Pero sabemos que no basta con nuestras ganas. Necesitamos que los mismos pobladores de campamentos sean los protagonistas de su proceso de inserción a la red formal de la sociedad. Así, queremos generar o gatillar un proceso que les permita a ellos mismos incorporarse al funcionamiento normal de ésta. Ello obviamente no es algo fácil. Se requiere luchar contra una constante historia personal, familiar y comunitaria de desesperanzas, carencias y frustraciones.

De esta forma es que proponemos ciertas máximas o mínimos indispensables a cumplir. Por ejemplo, el pilar básico de nuestro trabajo resulta la conformación de un grupo dirigente u organizador que haga las veces de vocero y sea capaz de tomar decisiones que puedan representar a todo el grupo. Nuestra forma práctica y visible de ello lo constituye la mesa de trabajo -una instancia formal y periódica de organización de la comunidad-. También nos interesa potenciar las habilidades que existen dentro de los pobladores de los campamentos –que por lo demás las hay como en cualquier otro sector de la sociedad-. Pero no nos interesa trazar cualquier camino, queremos escribir las cosas al ritmo y estilo de ellos mismos. Por esto, proponemos capacitar fuertemente a los adultos en oficios técnicos de algún área de su interés. Asimismo, buscamos promover y mejorar los métodos de aprendizaje y estudio de niños y adultos, cerca de sus hogares y revisando permanente la manera más estimulante para ellos. Del mismo modo, apoyamos los proyectos de emprendimiento que detectamos que requieran un empujón inicial a través de microcréditos y el fomento productivo. Obviamente, en relación al sueño de la casa propia, lo que más nos importa es que sean ellos quienes decidan cómo va a hacer el barrio donde definitivamente se podrán establecer junto a sus familiares. El concepto de barrio –decimos- lo alcanza una comunidad que logra mostrarse genuinamente sustentable.
Si leyeron atentamente, entenderán que nuestra intención de integración se busca a través de diversos ámbitos. Sea a nivel comunitario -por medio de la conformación de una directiva validada y reconocida-; sea a través del fomento de la vocación e intereses personales de los pobladores, o simplemente por medio del incentivo familiar y comunitario hacia la obtención de la vivienda. Para todo ello es que invitamos además, a estudiantes universitarios. Nos interesa que por medio de su trabajo voluntario y el despliegue de su creatividad puedan participar y apoyar este proceso. Ello les permitirá además, replantear su vocación personal y repensar constantemente nuestro país. Eso sí, mucho más allá de lo que sus textos de estudio y sus evaluaciones de rigor; de la mano de quienes más sufren los errores y egoísmos de quienes conducen el país.

[1] Muchas de nuestras investigaciones muestran que la vida en campamentos va acompañada de un mayor nivel de exclusión e informalidad que en el resto del país. Ver Bedregal et al. (2007) “Estudio Calidad de vida y necesidades de salud en campamentos” en revista CIS nº8.
[1] Éste no es un dato menor. Curiosamente, son varios los teóricos de la sociedad moderna que sostienen que un hecho distintivo y que influiría en el avance casi irreversible de la sociedad moderna (funcionalmente diferenciada) sería la invitación con seguridad hacia una sociedad donde sería, al menos, potencialmente posible el acceso de todos a todo. (Ver inclusión/exclusión en sociedad funcionalmente diferenciada de Luhmann; teoría del rol complementario en Parsons).


Por Patricio Domínguez
Lunes 16 de abril de 2007


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