lunes, 23 de noviembre de 2009

¿En qué pensamos cuando hablamos de “comunidades sustentables”?

Siempre que se habla del sentido del trabajo de nuestra fundación, remitimos a que anhelamos y luchamos por un 2010 sin campamentos, por lograr que las comunidades con quienes trabajamos sean capaces de ser protagonistas de su desarrollo, donde las familias empoderadas, a través de sus propias acciones logran los objetivos propuestos.

Sin embargo, tras esas frases que ya tenemos incorporadas en nuestra cotidianeidad, ¿cuál es el sentido que les damos?, ¿cuál es la trascendencia que tienen para las comunidades?, ¿de qué manera trabajamos en conjunto por ese objetivo?

Entonces comienzan los cuestionamientos sobre el sentido de nuestro trabajo, ¿cómo identificamos que una comunidad está realmente interesada en conformarse como una comunidad sustentable?, ¿qué elementos concretos, medibles, objetivables, caracterizan a una comunidad sustentable? ¿cuáles son los indicadores que nos señalan que es momento de redefinir nuestra intervención, y quizás, suspenderla?, ¿de qué manera, tanto los dirigentes como quienes trabajamos en Un Techo para Chile, compartimos y comunicamos lo que pretendemos al hablar de comunidad sustentable?

Si bien tenemos claridad de los indicadores del “ideal de comunidad sustentable”, que sabemos debemos conseguir que estén instalados y desarrollados en las comunidades, es en el camino, en el recorrido de la “Hoja de Ruta” que nos encontramos con pocas claridades, y entonces nos preguntamos ¿cómo evaluamos que estamos siguiendo de manera correcta ese camino?

Son estos cuestionamientos los que nos hacen volver sobre un elemento trascendental dentro de nuestro trabajo, que es la relación que establecemos con las comunidades, en particular, con los dirigentes que las representan. Es en conjunto con ellos que estas dudas se van aclarando, que los cuestionamientos se van despejando, nos recuerdan que son ellos quienes conocen a su comunidad, quienes conviven cotidianamente con las familias que representan, y que por ende saben cómo enfrentar situaciones que ponen en duda la organización y sustentabilidad de la comunidad.

Y es gracias al diálogo y reflexión en conjunto, que vamos logrando avanzar por este camino que nos conduce a la tan anhelada “comunidad sustentable”, y ocurre que nos damos cuenta, vamos aprendiendo, que quizás dicho estado no sea un punto de llegada, un lugar fijo, sino más bien un proceso por el cual se debe trabajar de manera continua, que constantemente deberemos estar ideando con los dirigentes (o más bien apoyándolos en dicha labor) estrategias que incentiven la participación de la comunidad, estrategias que mantengan la organización, y que sean capaces de irse adaptando a los diferentes escenarios y momentos que enfrenta la comunidad; trabajando constantemente por identificar cuáles son las acciones que permiten conseguir los objetivos y metas propuestas, y que finalmente nos dan luces y posibles respuestas a la pregunta inicial ¿en qué pensamos cuando hablamos de comunidades sustentables?

Ana Karina Castro

Región de Valparaíso, Chile


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