lunes, 5 de octubre de 2009

Soluciones (políticas públicas) v/s personas y supuestos

Al reflexionar sobre las políticas públicas, particularmente sobre las que abordan el tema de pobreza nos damos cuenta que muchas veces se basan en supuestos que no guardan relación con las personas que como país estamos formando. Temas como la participación, el ciudadano como cliente, la descentralización, la intersectorialidad de los programas, etc. son objetivos clásicos a los cuales se pretende apuntar como parte de la solución. Pues bien, así como las empresas diseñan sus estrategias para salir de la crisis o para crecer anualmente, determinando los recursos financieros con los que deben contar para cumplir sus metas también es vital conocer con quienes, es decir que personas pueden lograr dichos objetivos. Entonces a nivel país debemos reflexionar cómo pueden calzar las innovadoras ideas para superar la condición de pobreza de miles de chilenos y caminar hacia una sociedad más equitativa y democrática con la sociedad, por ende, las personas que estamos formando. En este sentido y como dato, un estudio realizado en el año 2007 por Feedback Consultores reveló que los santiaguinos se autocalifican como "prepotentes, individualistas y ambiciosos”, así también en mayo del presente año estudios realizados por Proyecto Chile - Imagen País en términos de cómo los extranjeros ven a Chile y a sus habitantes y cómo los propios chilenos ven a su país algunas de las conclusiones nos sindican como “distantes, apáticos, trabajólicos e individualistas”. La duda a la luz de estas conclusiones sobre nuestra definición de personalidad y carácter es si los chilenos están en sintonía con su realidad como para plantearse los desafíos de quienes diseñan hoy políticas públicas para la superación de la pobreza. Cabe destacar que la pregunta es transversal a “pobres” y “no pobres” pues siempre se espera la buena recepción de los primeros o de lo contrario la crítica de los segundos frente a las políticas, planes y programas que los “beneficiarán”.


Algunos de los temas recurrentes sobre los cuales parece interesante que comentemos son:


La participación, la cual es siempre planteada como un deber del beneficiario pero el profesional o técnico que aplica la encuesta o realiza el taller ¿ve en la participación un valor? Para hacer de la participación una herramienta debe existir una formación profesional y técnica que plantee la necesidad de ver a los beneficiarios de la política pública como clientes o mandantes por los cuales el Estado paga un servicio haciéndose cargo de los rezagos básicamente oportunidades que como sociedad no hemos entregado a ese compatriota.

El emprendimiento como la panacea, pone en relieve la visión de la pobreza sólo como un problema de insuficiencia de recurso material para lo cual la solución es “emprender”, “armar tu negocito”, “vender cositas”, ser artesano, etc. Es necesario un cambio de paradigma puesto que se constata el hecho de que ante la existencia de programas y un sin fin de posibilidades otorgadas por el gobierno central o local enfocadas en el sentido expuesto, las comunidades y sus pobladores, potenciales beneficiarios, permanecen muchas veces inmóviles. Existe un aletargamiento que está en el ethos de las personas en esta condición de pobreza heredado de situaciones pasadas y presentes que no permiten salir de dicho estado. La solución pareciera radicar en la entrega de herramientas tempranas y permanentes que activen y potencien hábitos, capacidades sociales y técnicas en las personas antes de pedirles incesantemente que emprendan.


La mirada territorial, se define el territorio como espacio acotado con herencia sociocultural y ambiental que se traduce en un escenario particular bajo el cual cada estrategia debe considerar estas variables. La pregunta es ¿conocemos nuestro territorio? No me refiero al país completo, sino lo acotado que puede ser la ciudad donde residimos, sus alrededores con sus potenciales, problemáticas, vocaciones, cultura, población. En este sentido deben generarse instancias de debate sobre los territorios y una conceptualización de temas como vocación productiva de estos, biodiversidad, externalidades negativas y positivas de la actividades productivas en los territorios, sustentabilidad entre otros, para que de esta forma exista una ponderación de estas variables en la toma de decisiones para el desarrollo local como camino para la superación de la pobreza.


Por último quisiera comentar un texto de Dagmar Racynski[1] denominado “Equidad, Inversión Social, y Pobreza. Innovar en como se concibe, diseña y gestiona la política pública y los programas de pobreza” plantea tres ideas para mejorar la eficacia y eficiencia de los programa de inversión social, las que dice relación con el cambio de paradigma de arriba hacia abajo hacia una mirada desde las bases, la visión de cocina local (menú con ingredientes armado a nivel local) y la descentralización los cuales aportan al mejorar visiones que han conllevado a errores en el diseño e implementación de políticas públicas. Parece ser como dice la autora en sus conclusiones que se cae de maduro el que este estos cambios son necesarios, sin embargo, estos cambios suponen y requieren de la activa contribución de las personas. Pero la pregunta es ¿Quiere la gente participar?, ¿Están hoy los chilenos dispuestos a pagar el costo (tiempo, familia, ocio) que ello implica?, ¿Son sólo los pobre los que no participan? ¿Cuántos de nosotros participamos en nuestras juntas de vecinos o si quiera saludamos nuestro vecinos por su nombre? Vivimos en una sociedad altamente individualista con sistema económico que para su correcto funcionamiento nos estimula a través marketing a consumir. Este diariamente nos muestra como un pantalón, una televisión o hasta una simple maquina de afeitar nos hacen personas más atractivas. En este contexto, lo común, la empatía, los problemas sociales no parecen estar entre las prioridades de los ciudadanos siendo esto una actitud transversal a la sociedad, entonces se puede poner en duda de que sólo el hecho de abrir caminos hacia la participación, la democracia y la descentralización conllevará necesariamente a que la gente participe. Se requiere un viraje hacia lo valórico y ético, temas que no pueden quedar fuera del análisis económico o del mercado como forma de poner en relieve lo común, sólo de esta forma la participación tendrá un valor en si misma y por ende será necesaria, ello como fase previa a la posible formulación de políticas desde las bases, la buena decisión de los ingredientes de la cocina social y con ello los buenos resultados y la descentralización como forma de representatividad territorial y democracia.


Es importante dar una mirada a las personas. La familia, la instrucción profesional y valórica, las expectativas económicas, la identidad, el éxito, las normales ambiciones, entre otros temas formativos deben necesariamente estar volcados al aporte social individual y colectivo, sólo con un equipo formado con esa misión y visión, como definen hoy las instituciones su ruta de navegación, nuestro país podrá hacer efectivas las políticas públicas para la superación de la desigualdad y la exclusión.


Gonzalo Vial Luarte

Región Bío Bío, Chile



[1] Dagmar Raczynski Von Oppen. Licenciada en Sociología, Universidad Católica de Chile. Doctora en Sociología, Universidad de California, Los Angeles, USA. Profesora de la Universidad Católica de Chile y del Magister en Gestión y Políticas Públicas del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile

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