lunes, 31 de marzo de 2008

Derechos Humanos de Tercera Generación La teoría v/s la práctica

Mucho se habla de los derechos humanos, noción que personalmente me parece redundante. Del momento que nacemos tenemos derechos inherentes a nuestra condición, y sólo nosotros entre los muchos seres vivos con los que compartimos el planeta tenemos derechos (cuestión que probablemente me acarree diversos problemas con organizaciones defensoras de animales).
Los derechos humanos se entienden a nivel general como aquellas libertades, facultades o reivindicaciones relativas a los bienes primarios o básicos que incluyen a todas las personas sin discriminación de raza, sexo, etcétera, garantizándoles en la medida que sean respetadas una vida digna.
Dentro de estos derechos se habla de generaciones, esto tiene su origen en la revolución francesa, la que se cimentaba en los valores libertad, igualdad y fraternidad. Es así como la primera generación se identifica con el valor libertad y se traduce en derechos civiles y políticos como el derecho a la vida.
Los de segunda generación encuentran su fundamento en el valor igualdad y se denominan genéricamente como derechos económicos, sociales y culturales.
Finalmente (aunque a nivel teórico ya se habla de cuarta e incluso quinta generación) la tercera generación se sostiene en el valor de la fraternidad o solidaridad. Los unifica su incidencia en la vida de todos a escala universal. Requieren para su concreción un esfuerzo a nivel planetario. Derechos enmarcados dentro de esta generación son los derechos a la paz, a la calidad de vida y al desarrollo sostenible de todos los pueblos. Es curioso todo el trabajo teórico e intelectual que se traduce en numerosos tratados de miles de páginas que plasman años de teorías, discusiones, debates en prestigiosas universidades, que existe. Sin embargo, creo que en la práctica estos derechos son ignorados incluso mucho más en estos tiempos que en el pasado cuando no había “etiquetas generacionales” y el respeto al prójimo era una verdad tácita sobre la que nadie organizaba foros y pos títulos. Las guerras se declaran por motivos ambiguos y la solidaridad aún no logra entenderse como un derecho/deber, sino que sigue siendo asociada a la caridad más que a la obligatoriedad.
No quiero parecer pesimista, creo que es muy positivo que doctrinariamente seamos capaces de racionalizar principios de vida para hacerlos más exigibles. Sin embargo, siempre me ha llamado la atención lo cuesta arriba que se nos hace a los hombres conectar la palabra con la acción. Barack Obama frente a los ataques de contendores políticos de que era un charlatán debido a sus acalorados y contundentes discursos citó a numerosos próceres de la historia de la política (Roosevelt, Kennedy…) dando a entender que la palabra sí importa. Yo también lo creo, el “yo tuve un sueño…” o “lo único que debemos temer es al temor mismo” sin duda han dado pié a importantes cambios inspirando a miles de personas a tomar el curso de las acciones que pueden traducirse en cambios sociales. Igualmente es justo reconocer que falta, que debemos ser capaces de usar los avances intelectuales a favor de comportamientos comprometidos con concretar los fines de ideas, pensamientos, tesis e investigaciones. Un mundo mejor sin duda nace de un deseo, pero que debe plasmarse en un actuar.

Gabriela Hilliger
31 de Marzo de 2008

1 comentario:

nicolas.ignacio dijo...

se agradece la intención de la columna. Si bien es imprecisa al momento de señalar como clasificamos los d° humanos (en particular, el pacto sobre derechos económicos, sociales y culturales como ejemplo de una 2da generación de derechos, siendo de 3ra) lo que se rescata es la declaración de buena voluntad que se hace. Quizás Obama personaliza esa voluntad de un cambio más comprometido, capaz de seguir políticas sociales como la de países de la "tercera vía".
En sintesis, buena columna, aunque deberías "pulir" la redacción y las citas que usas. =)