miércoles, 25 de julio de 2007

A través del Espacio de Debate se busca fomentar la reflexión al interior del equipo de Un Techo para Chile. Cada semana hay un encargado de escribir acerca de un tema de interés nacional y que se relacione con nuestras inquietudes.
Éste no necesariamente representa la opinión de todos los que aquí trabajamos.


Durante la última década, en nuestro país, han nacido varias y variadas organizaciones dedicadas a lo social, y más específicamente a los sectores más vulnerables de la sociedad. Cada una de ella tiene intereses distintos, sueños distintos y propuestas distintas para afrentar las realidades que se han planteado cambiar. Pero lo más relevante de este hecho es la existencia de una ayuda constante y sistemática hacia el más necesitado, aquella persona que por distintas razones necesita de la ayuda de otro para poder aumentar su bienestar.

En esta expansión se ha avanzado a pasos agigantados en dar soluciones concretas a una parte importante de las problemáticas sociales que existen en nuestro país. Sin embargo, existen dos elementos que a mi juicio las organizaciones sociales deben tener en cuenta para seguir avanzado, el trabajo en conjunto y no dejarse caer en una profesionalización sin alma.

Cuando uno es parte de un grupo de amigos es porque existen ciertos intereses o metas que son comunes a todos. Pero no sólo eso. Los amigos siempre están ahí cuando se les necesita o cuando se requiere de otra mirada que de perspectiva a los problemas. Es así como me imagino al tercer sector, un grupo grande de amigos que tienen un interés común en lo social y que se han propuesto cambiar la realidad de personas que necesitan de su ayuda. Y es por esto mismo que me imagino a este grupo grande de organizaciones sociales ayudándose mutuamente y organizando proyectos de forma conjunta en lo que cada uno mejor sabe hacer.

Pero siento que esto no sucede. Siento que las organizaciones sociales en su afán por subsistir, y llevar adelante los ideales que tienen sobre la sociedad en que viven, dejan de mirar hacia otros proyectos sociales que están en marcha, y que pueden llegar a ser los mismos que una se propone. ¿Qué provoca esto? A mi juicio, lo que sucede es la multiplicación de esfuerzos. Cada una enfrenta la realidad que ha elegido sin mirar o preguntarse sobre quiénes ya se encuentran trabajando en el tema o con quiénes se podría trabajar en pos de la intervención ideada.

En este sentido creo que la situación donde todos ganarían, ya sea grupo social que es ayudado y cada uno de las organizaciones que anhelan ayudarlo, sería en aquella donde se pudieran complementar los trabajos realizados en el área social, incluyendo lógicamente al sector público. Creo sinceramente que es sumamente necesario que las organizaciones sociales observen a las otras que juegan, por decirlo de alguna manera, en su mismo territorio (ayudando al mismo grupo social). Esto con el fin de poder dejar de multiplicar los esfuerzos dirigidos a lo mismo, y comenzar a aunar fuerzas en pos de mejores y más completas intervenciones.

Ahora, como hago mención en un principio, en la última década han aumentado notablemente las organizaciones dedicadas a los sectores más desprotegidos. Pero no sólo han aumentado en cantidad, sino que también han comenzado a crecer internamente, aumentando la cantidad de personas que trabajan en ellas o desarrollando distintos proyectos paralelos. En palabras simples, existen organizaciones que se han ido complejizando a lo largo del tiempo; y frente a este aumento de complejidad lo que se tiende a hacer (y es lo que se sabe hacer en la modernidad) es profesionalizar el modo de trabajo, intentando hacerlo más eficiente.

Pero la profesionalización, o especialización de las tareas a desarrollar, no es la panacea. Éste es un proceso que conlleva ciertas problemática para las organizaciones sociales, como por ejemplo la profesionalización sin alma, concepto que Weber (padre de la sociología) utiliza en relación a los procesos de burocratización. Con este término hago referencia a las situaciones donde se trabaja para concretar ciertas metas pero se deja de pensar en los ideales que impulsaron el trabajo que se está realizando.

Es por esto que mi segundo llamado es que las organizaciones sociales en su intento por mejorar su trabajo no se olviden del motor de lo que están haciendo, y por lo tanto, que no olviden el por qué y cómo se están enfrentando aquellas problemáticas sociales que un día dieron pie a su existencia.
Por María Paz González
Martes 17 de julio de 2007

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