martes, 13 de abril de 2010

Maximiliano Pérez responde a la siguiente pregunta ¿Cómo fueron las primeras construcciones en Haití?

Fueron por momentos el resultado de ingenuidad, terquedad y perseverancia. Jamás fueron el resultado de la vanidad. La prueba es que Un Techo para mi País una vez más, se ha acercado a la realidad desmantelando miedos que por diferentes razones buscaban frenar la utopía: el sueño de construir en Haití con voluntarios universitarios. Estas construcciones, se desprendieron de un equipo Latinoamericano que no se quedó estático ante una catástrofe que le mostró al mundo la injusticia injustificada. Doscientas treinta mil personas fallecidas y más de tres millones de damnificados.

No fue fácil. Ni para los que se quedaron, ni para los que fueron y regresaron, ni para los que no pudieron ir. Y mucho menos para aquellos que estuvieron en terreno asignando a las primeras noventa y dos familias dentro de los tres millones de damnificados; que mucho antes del 12 de enero se encontraban dentro del 15% de las familias mas pobres de Latinoamérica, en el país más pobre del continente, donde 8 de cada 10 personas se encuentra en pobreza.

¿El país más pobre del continente? ¿O el país que fue “más empobrecido”?. Lamentablemente, se ajusta mejor: el país que fue “más empobrecido”. La historia se repite como en cada uno de los países de Latinoamérica, y en Haití, con una brutalidad inimaginable. Pero si hay algo que aún caracteriza a esta institución, es que la historia que se repite no frena nuestras también repetidas ganas de cambiarla. Nos embarcamos con la idea inicial, germinal y constante de creer que podíamos. Y se comenzó ante muchas dudas, inseguridades y las preguntas que surgían: “¿qué seguridad van a tener los voluntarios?” “¿las enfermedades no son demasiado peligrosas?” “¿porque construir en madera?” “¿con quien coordinan?” “¿y los terrenos?” “¿porque no esperan a que se normalice la situación?”

Y entre tantas preguntas algunas negativas y oposiciones: “Ahí no se puede hacer nada...” “No saben lo que están haciendo...” “Van a fracasar...” “Pero si no saben creole....!!!” Afortunadamente no nos frenaron y se demostró (una vez mas) que aún quedan sueños debajo de los pupitres, reglas y mochilas de estudiantes universitarios. Los voluntarios llegaron con un único objetivo: construir una Latinoamérica más justa y destruir una a una las dudas y prejuicios mientras las familias nos esperaban con la esperanza de construir juntos un nuevo comienzo.

Hoy UTPMP – Haití es una realidad. Fruto de trabajo, mucho trabajo en conjunto de todos los equipos de los países donde UTPMP está presente y no hace falta agradecer mas que a las familias que nos recibieron y darle la razón a la convicción del trabajo realizado y al esfuerzo de cada uno de los voluntarios que reconoció en Haití un país que aún no está destruido.

Para los que tuvieron oportunidad de estar ahí, sólo pedirles que trasmitan esto en sus tierras: Haití esta lejos de ser un país destruido. Para los que se quedaron; que no se dejen vencer y sigan trabajando ante las dificultades y oposiciones. Para los que no fueron, no se olviden que en cada uno de los asentamientos, villas, comunidades, campamentos y/o favelas de sus países también hay “terremotos”, que no se miden en Escala Richter, sino en una escala mucho más dura y triste que es la “Escala del olvido”, generando un daño estructural en nuestras sociedades. Un daño mucho más difícil de reconstruir. Para los que llegarán que lo hagan con la misma fuerza y ganas como si llegarán el 13 de enero del 2010.

Latinoamérica se moverá si nos movemos todos.

1 comentario:

ednitadagle dijo...

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