lunes, 2 de marzo de 2009

STATU QUO

¿Por qué a las personas nos cuesta tanto cambiar? ¿Por qué es que tendemos a permanecer en lo mismo, o en más de lo mismo? La pregunta es particularmente válida al inicio de un nuevo año laboral, y en especial cuando se prevé que será difícil.
La respuesta es doble. Nos cuesta cambiar porque tendemos a caer en el "copiar y pegar"; nuestra naturaleza nos lleva a operar en piloto automático. Pero nos cuesta, fundamentalmente, porque los cambios casi siempre conllevan pérdidas, y los seres humanos tendemos a poner más peso -de hecho, el doble- en ellas que en las ganancias (más que al riesgo, somos aversos a las pérdidas).Lo bueno de las crisis es que nos hacen más proclives a asumir esas pérdidas, simplemente porque tenemos menos probabilidades de evitarlas. Sin embargo, las personas, organizaciones y países son especialmente hábiles en hacerse inmunes al cambio, incluso en épocas de crisis. Y el mecanismo más utilizado para ello es el proteccionismo, en sus diversas formas: comercial, para aislarnos de la tormenta externa; social, para mantener a la gente tranquila; regulatorio, para fortalecer la institucionalidad; personal, para poder culpar a otros. Es natural y comprensible que esto ocurra, pero debemos ser conscientes de que, al
hacerlo, estamos perpetuando el statu quo, renunciando a impulsar ciertos cambios que pueden ser importantes.
¿Seremos capaces de aprovechar este 2009 de crisis? No estoy seguro. Lo que hasta ahora se ve pareciera ir más en la línea de hacernos inmunes al cambio; de trabajar más en función de control de daños que de abrir nuevos espacios; de capear el temporal más que de buscar nuevos rumbos.
A nivel de personas, las conversaciones suelen ser de tono voluntarista: "A mí no me ha tocado". A nivel de empresas, hay preocupación, que se ha traspasado a ajustes presupuestarios visibles, pero con escasa mirada estratégica. Y a nivel país, el foco ha estado en minimizar el impacto de la crisis, particularmente en el empleo, con paquetes que tienden a dar seguridad, pero que refuerzan el statu quo, en vez de desafiarlo allí donde se necesita hacerlo. No es casual que la popularidad de la Presidenta esté al alza, porque su sello ha sido el de la madre protectora, que tiene poco asidero en época de vacas gordas, y mucho en época de vacas flacas. Pero queda pendiente el tema de fondo: ¿dónde están los cambios capaces de llevarnos a un nuevo estado de desarrollo? Todo indica que ésta será una crisis bien manejada, pero, al mismo tiempo, una gran oportunidad desaprovechada.

Juan Carlos Eichholz
Publicado Lunes 02 de Marzo de 2009, El Mercurio

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