lunes, 30 de junio de 2008

CEREMONIA DE GRADUACIÓN INFOCAP

Quisiera partir saludando a,
Don Pedro Figueroa Director del área Técnica
Andrea Díaz, Sub directora de Infocap en Campamentos
Fabián Gil, Coordinador Académico
Rosita Astorga, Encargada de Logística
A mis compañeros monitores de Infocap en Campamentos,
Personal de mantención de Infocap
Y especialmente a las alumnas y alumnos que hoy se gradúan.
Muy buenas noches a todos,

"Cuando amanece el nuevo día"……. ¿tal vez?, esta sea una frase sin sentido…pero, en esta búsqueda de cada amanecer he visto felizmente que hay más personas, hombres y mujeres, que tienen este sentir.... y ¿cómo no? Un chile se levanta cada día con la esperanza de ser un referente económico, social y político, pero desde donde yo amanezco: "el otro Chile", cada hombre y mujer se levanta con el más profundo deseo de cambiar su destino, de levantar su familia, de darle un nuevo horizonte a sus hijos y a su comunidad, es por esto que me siento y me digo, ¿Cómo no estremecerse ante tanta diferencia?
Diferencia que duele a tan solo 45 minutos de distancia, y cómo no alegrarse por sentir el cariño y la voluntad bien entendida que recibirnos en nuestra prédica, "EL trabajo dignifica, tus manos son amor y sustento, debemos generar una cadena social, somos gestores de nuestra propia historia", y cómo no encontrar en la diferencia humana el valor real de ser tan distintos entre nosotros mismos.
Creo profundamente que este sentir es compartido por todos los que estamos en este proyecto, al que los hemos invitado y ustedes afortunadamente han acudido, y con el pasar de los días y en esta capacitación, voy entendiendo como esta "prédica" se ha ido transformando en buena noticia, nos vamos encontrando ya no como desconocidos sino como personas que comparten sentimientos y vivencias, más aún y sobre todo, anhelos de un mejor pasar en conjunto, sabemos que es difícil, todo juega en contra pero que importa, por estas sonrisas vale la pena luchar aunque la meta siempre parezca lejana, y aquí estamos, a pesar del agua, las gripes, y las carencia económicas con las que lidiamos día a día y un más un sin fin de vallas que hemos tenido que pasar, asuntos que a veces, a los ojos de otros parecen insignificantes como por ejemplo la incomprensión familiar, al no entender que somos capaces de seguir aprendiendo y que deseamos abrir una nueva puerta, desde donde hemos visto que no estas, ni estamos solos, al otro lado siempre hay algo que aprender, escuchar, entregar, en simples palabras vivir, vivir en relación a la inmensidad del otro y con máxima generosidad .
De este momento que nos regala la vida espero sinceramente se haga eco en el tiempo y nos brinde más oportunidades en este caminar por un chile mas integro, justo y solidario.
¡¡Vivan las trabajadoras y trabajadores de nuestra tierra!!


Manuela Pino (monitora de formación personal)
Lunes 30 de junio de 2008

lunes, 23 de junio de 2008

Proyecto país 2

Nuestra nación está hipnotizada por la idea del crecimiento económico como meta central, de la competitividad como el incentivo que moviliza a las personas, del valor de ser los "ganadores", como fines fundamentales de la vida humana.

Este gran espejismo se posesiona de la mente, el sentimiento y el quehacer, convirtiéndose en una dictadura sicológica que condiciona nuestras elecciones vitales, nuestras relaciones interpersonales y todos los demás aspectos de la vida. Actúa desde lo inconsciente, está entramada en las células de nuestro cuerpo, se alimenta de nuestras inseguridades y miedos, de nuestra necesidad de tener una autoestima que nos haga sentir dignos de ser aceptados y amados, de nuestras vanidades y soberbia.

La dictadura del crecimiento económico y la competitividad como incentivo medular al quehacer humano llevan a que las personas vayan perdiendo el sentido más profundo de sus vidas, y que midan el valor de lo que hacen sólo en cuanto es rentable, a que los jóvenes tiendan a entender el trabajo como un medio para hacer dinero y pierdan contacto con la idea de la vocación, del servicio, del compromiso personal. Lo que los adultos no les dicen es que por ese camino están cavando la tumba de su propia infelicidad en una carrera loca de deseos y ansiedades que los llevará a entrar en un ritmo de vida donde todo lo humano se irá postergando, donde su sentir más profundo no tendrá cabida.

El éxito económico fácil, rápido, sin mucho esfuerzo, es la utopía de nuestros tiempos, y la felicidad se relaciona con conseguir posiciones, bienes, servicios que confirmen la imagen ser persona exitosa, una imagen de plástico que tiende a esconder a la persona real con sus penas y alegrías.

No estoy diciendo que el dinero y el flujo económico no sean importantes; lo son, pero cuando se convierten en el propósito central de la vida, cuando la felicidad se mide en relación a esto, cuando es foco de ansiedad, poder-arrogante, prestigio, cuando ahoga la vocación, el sentido, el valor de la gratuidad, del servir, de la autorrealización, de la expresión de lo mejor de uno mismo, entonces lo hemos convertido en un enemigo que nos esclaviza y nos obliga a vivir vidas que no nos realizan, que nos alejan de nuestra esencia.

Los países, empresas, organizaciones, escuelas, universidades deberían estimular la conexión con el sentido, con la vocación, y considerar que lo demás se dará por añadidura. La productividad es un resultado natural de personas que están haciendo las cosas imbuidos de sentido y encanto, cuando están dando lo mejor de sí, donde el trabajo se vive como el espacio de oportunidad donde realizo a mi ser en el mundo y no sólo como un trámite rápido para recibir el pago a fin de mes.

Patricia May
Lunes 23 de Junio
Publicado sábado 21 de Junio, Revista El Sábado

lunes, 16 de junio de 2008

LA OLIGARTRUCHA Y LA SALVATRUCHA

Oxford, Inglaterra. Ambas hablan una mezcla de inglés y español, los primeros para presumir y los segundos para sobrevivir, unos usan ropa de marca, los otros se marcan la piel. Los primeros disfrutan la vida plástica y los segundos la vida loca. Los oligartruchos consumen cocaína, los salvatruchos la venden. Unos tienen visa, los otros no la necesitan. Los primeros se organizan en grupos de poder, los segundos en poderosas clicas, unos mandan en Antiguo Cuscatlán y los otros en Soyapango. Los primeros son partidarios de la violencia desde el poder y los segundos aman el poder de la violencia.
Ambos combaten ferozmente a sus competidores, los primeros sacándolos del mercado y los otros sacándolos de este mundo. El país y los demás no les importan, la regla es, primero ellos, segundo ellos y tercero ellos, su círculo de confianza no va más allá de su familia, grupo o clica. Hablando de las élites de poder económico, Rodrigo Madrigal Nieto, cafetalero de una influyente familia y ex canciller de Costa Rica, me dijo: 'Todos escogimos ser finqueros, pero los salvadoreños decidieron ser finqueros y pistoleros, llenarse de guardaespaldas y tratar mal a la peonada, y por ello vino la guerra'. Las sociedades son un reflejo de la calidad intelectual y moral de sus clases altas. Los sistemas políticos, incluso los revolucionarios, derivan de la cultura de poder de las élites. Napoleón y Luis XIV se parecían, al igual que los zares, Stalin y Putin, o el somocismo y el sandinismo. Nuestra violencia política, social y delincuencial tienen su raíz en la cultura autoritaria de nuestras clases altas. No puede culparse de esto a una oposición que nunca ha gobernado.Nuestra élites económicas tienen, con excepciones, pobreza intelectual y visión de corto plazo; escaso interés por las ciencias, la historia y la cultura; adoración por la fuerza y la ostentación, y una gran viveza para hacer dinero y preservar el poder político. Por ello su admiración por D'Aubuisson. Ha sido una oligarquía viva, abusada, buza, trucha, y esa viveza se trasladó a toda la sociedad. La consecuencia ha sido una violencia que en sólo 40 años produjo la guerra contra Honduras, la guerra civil y la violencia de las maras. Cada una de estas guerras ocurrió en momentos de oportunidad de progreso, pero siempre se desechó la política, la moderación y la previsión; prevaleció la economía, la fuerza y la indiferencia. La guerra contra Honduras fue absurda, en realidad constituyó una disputa por el derecho de masacrar a los salvadoreños. Pasamos de las matanzas de la 'Mancha Brava' hondureña a las del Batallón Atlacatl.
La guerra civil de los 80 y la violencia de las maras pudieron evitarse. Ahora, de nuevo, el triunfalismo económico pretende ser indiferente ante la polarización política y la violencia. Tener un sistema político incapaz de lograr acuerdos, ser campeones en homicidios, terceros en consumo de cocaína y poseer a la pandilla más peligrosa del mundo, que domina con 5000 hombres las cárceles y con 25,000 las calles, es una realidad demasiado dramática para poder ocultarla.
La liberalización económica bajo hegemonía plena de la derecha trajo un individualismo extremo, los hombres de negocios se asumieron como el eslabón más alto de la especie humana y la ambición por el dinero se convirtió en el valor esencial de toda la sociedad. La pobreza no genera inseguridad, lo que genera inseguridad es la ostentación y la ambición desmedida de enriquecimiento. Las tasas de delito fueron siempre altas en Santa Ana y Usulután (los más ricos) y bajas en Chalatenango y Morazán (los más pobres).
El problema es que una sociedad estratificada sólo por dinero, genera corrupción y pérdida de dignidad en jueces, políticos, policías, maestros, médicos, pastores, curas, académicos y científicos. Sin la vocación de servicio de estos sectores el país no funciona. El Salvador se está transformando en una sociedad sin sentido de la legalidad, llena de vivos y abusadores por arriba y por abajo. Sin reducir su importancia, la pobreza no es nuestro principal problema, las remesas son un subsidio tan espectacular a ésta, que ningún gobierno podría lograr más. Nuestro problema fundamental es que la explosión de individualismo debilitó el sentido de comunidad y los valores cívicos vitales que requiere una convivencia pacífica. Si las derechas generan riqueza explotando la ambición individual, es la izquierda la llamada a representar el sentido de lo colectivo para generar seguridad, pero en nuestro caso tenemos una izquierda revanchista, torpe y violenta que es más problema que solución. La riqueza no es mala, el problema es que los ricos no sean inteligentes, sino vivos. ¿Cuánto progresaríamos si fuéramos una sociedad incluyente, segura, tolerante y pacifica?, pero vamos camino de ser una sociedad segregada y amurallada que aísla a los que viven la violenta realidad del mundo de a pie. Urge un Estado eficaz y unas élites de poder económico y político ilustradas que en vez de presumir su 'spanglish', entiendan el valor y la importancia que tiene construir ciudadanía.
Joaquín Villalobos*
Lunes 16 de Junio de 2008
(Publicado el 4 de septiembre de 2007)
*Columnista de El Diario de Hoy (El Salvador)

martes, 10 de junio de 2008

Aprender la lección

En un seminario sobre América Latina se tocó el tema del terrorismo de Estado[1], el cual surge comúnmente como una solución temporal a problemas de desorden y desorganización social, pero que a la larga se instala como un sistema de poder contra grupos determinados de la población. Ejemplos históricos de terrorismos de Estado son el nazismo alemán y las numerosas dictaduras latinoamericanas que se han desarrollado desde la década de los sesenta.

Ambos ejemplos quedaron en la retina mundial como prácticas que nunca más ocurrirían, se pensó que la humanidad había aprendido la lección, se pensó que el terrorismo de Estado era cosa del pasado y que torturas, prisiones y asesinatos avalados por este sistema nunca más iban a ocurrir.

Pero hoy vemos como el gobierno estadounidense ha vuelto a instaurar un terrorismo de Estado, luego de los atentados del 2001. Vemos como hoy se vuelven a legitimar aquellas prácticas que se prometió nunca más iban a desarrollarse y así, miles de inocentes ven vulneradas sus vidas por tener ciertos rasgos físicos, creencias y actitudes que no calzan con el perfil estadounidense.

Viendo las implicancias mundiales que puede tener esta vuelta al terrorismo de Estado, me imagino que no debe ser difícil olvidar otras promesas que se han hecho, referidas a no volver a permitir hechos que, si bien pueden no tener las mismas implicancias que una tortura o un encarcelamiento ideológico, repercuten en las personas no sólo de manera sutil, sino que afectan directamente sus vidas.

Si aún no se ha aprendido la lección con un tema tan sensible como el terrorismo de Estado, qué puede esperarse de todas esas promesas que se le han hecho a millones de personas que viven en contextos de pobreza y que ven, en periodos determinados, como los políticos juran y prometen que ya no pasarán frío en el invierno, que ya no tendrán problemas de salud por el estado de sus casas, que ya no tendrán que irse a un albergue porque llovió más de un día y su casa no resiste, que ya no sufrirán por ver sus bienes destruidos.

Cada año se vuelve a lo mismo, a pesar de que los políticos, en cada campaña, en cada visita a terreno, prometen soluciones, prometen que nunca más va a pasar.

Si todavía no hemos aprendido la lección, qué nos queda para cada invierno. Que se puede esperar del aprendizaje que se logra cada año cuando llegan las lluvias. Todos los años comienzan las lluvias y comienza el desastre. Si bien la naturaleza no se puede controlar, sí se pueden tomar precauciones. Precauciones que se prometen en cada campaña política.

Hay que aprender a corregir los errores, el invierno no puede seguir surgiendo como un fantasma que nos recuerda que todavía quedan promesas incumplidas, que todavía no se ha aprendido la lección ni de los errores.

No nos quedemos en los terrorismos de Estado, no nos quedemos en las promesas incumplidas. Intentemos cambiar lo que llevamos hasta ahora para que en el próximo invierno no se tengan que adoptar las mismas medidas que se adoptaron el invierno pasado. Intentemos lograr un cambio, real y perceptible, que no se avale en promesas sino que en acciones. Intentemos de una vez por todas aprender la lección.


[1] El concepto de terrorismo de Estado se refiere a acciones terroristas cometidas por agentes estatales que vulneran el derecho a la protección y seguridad exigido al Estado, que pretende fragmentar a la sociedad debilitando a la oposición (Helena Olea, Seminario Conflicto, Violencia y Estado en América Latina, Mayo 2008).


Javiera Pizarro G.
Lunes 09 de Junio 2008

lunes, 2 de junio de 2008

Extrema pobreza y crisis habitacional VIOLENCIA URBANA EN SUDÁFRICA

Hace más de diez días que la población de Sudáfrica asiste, estupefacta eimpotente, a la extrema violencia desplegada contra los residentesextranjeros de las villas miseria. Una situación que puede volverseincontrolable, producto de una mezcla incendiaria de extrema pobreza,crisis de vivienda e intereses inmobiliarios (1).




Todo comenzó el 11 de mayo en Alexandra, villa miseria emblemática ubicadaen la periferia de Johannesburgo, al lado del ultramoderno distrito denegocios de Sandton. Las agresiones se replicaron rápidamente en otrosbarrios, produciendo 42 muertos y una gran cantidad de heridos, lo quesembró el pánico. Más de 16.000 personas abandonaron sus shack (chozas),buscando refugio en las iglesias, las estaciones de policía, las escuelas,etc. La policía, asistida por el ejército, detuvo a 400 personas. Losagresores se encarnizaron con los extranjeros indocumentados que viven enesos barrios, a los que llegaron, principalmente de Zimbabwe, huyendo dede la crisis económica y de la represión política. Los acusan de robarlesempleos y viviendas.Con una actitud ya clásica de negación, el gobierno de Thabo Mbeki seapuró en señalar una siniestra "tercera fuerza" (2), recordando que en1994 elementos a favor del apartheid echaron nafta al fuego existenteentre el African Nacional Congress (Congreso Nacional Africano – CNA) y elInkhata Freedom Party, para provocar episodios de violencia que fueronpresentados como inter-étnicos. El CNA, por su parte, ahora dirigido porJacob Zuma, atribuyó la responsabilidad del caos a los "fracasos delgobierno".Este gobierno, ya en final de período, experimenta dificultadesenergéticas (por los cortes de electricidad que afectaron al país desdecomienzos de 2008), alimenticias (por los aumentos de precios) y dedelincuencia. Ahora, parece también incapaz de controlar la crisishabitacional del país. Con la extensión progresiva de la "Slums Act", unaley dirigida a erradicar las villas miseria, creyó que bastaba condecretar la eliminación de los asentamientos y emprender expulsiones manumilitari para que los pobres volvieran a su lugar de origen.Fútbol y apetencias inmobiliariasLa enseñanza que puede extraerse de esta última semana es que la violenciacotidiana en las villas miseria, donde la gran pobreza compite con eldesprecio por las autoridades, puede conducir a un desorden incontrolable.Ya cerca del Mundial de Fútbol que se llevará a cabo en 2010, el valorinmobiliario de un barrio como Alexandra suscita inevitablemente grandesapetencias.A principios de año, quien escribe tuvo un encuentro en Alexandra, en lazona de Marlboro South, con los habitantes de una fábrica que fuedesafectada después de los motines anti-apartheid de 1986, y desdeentonces se encuentra ocupada. Estos ocupantes esperaban recibir encualquier momento una orden de desalojo, porque los antiguos propietarioshabían obtenido en los tribunales la restitución de su propiedad. Dentrode la fábrica vivían doscientas familias, instaladas en cabañas de maderay cartón apiladas como un castillo de naipes en dos pisos ("Somos como lospájaros, ¡hacemos nuestro nido en las alturas!").Una cama podía servir para cuatro personas,que dormían en ella por turnos.A falta de electricidad, se calentaban con parafina, con el riesgo deprovocar un incendio. Los residentes, sudafricanos llegados recientementede los homelands (áreas de reserva), zimbabuenses o mozambiqueñosindocumentados, convivían en armonía, sentándose juntos por las tardes enla tapia del patio exterior para conversar. Trabajaban como agentes deseguridad u obreros de la construcción, por salarios miserables; con 35rands por día (unos dos euros), no les alcanzaba ni siquiera para eltransporte, de manera que debían ir a trabajar a pie. "Venimos dediferentes lugares, y cada uno tiene su propios hábitos. Por eso no noshemos puesto de acuerdo para comer todos juntos", explicaba con penaWhite, uno de sus habitantes, sudafricano. Cadauno por su lado pero, más bien compañeros del mismo barco que partidariosde una guerra civil.Numerosas organizaciones decidieron coordinarse para garantizar laseguridad de todos los residentes e impedir nuevos delitos, mostrando asíel poco crédito de que goza una policía más temida que respetada. Másadelante, cuando las cosas se hayan calmado, será necesario comprometer ala población a un verdadero plan de rehabilitación de esos barrios.

(1) Este artículo fue escrito el 22-5-08.

(2) Peter Fabricius, "Third force venid attacks", Cape Times, Ciudad delCabo, 21-05-08.




Philippe RivièreDe Le Monde diplomatique, París.